Una expresión de deseo es eso. Una expresión de deseo. Tener el verbo preciso para la acción ansiada. Una mañana te despertás y pum, el deseo. Estás loco, dice el deseo. Estás loco y no te replegás. La insistencia del deseo, el silencio latente. El desasosiego.
¿Qué hacemos por el deseo? Impulsos torpes, propuestas intempestivas. Así, no. Así, no, diría Mirtha. Así, no. Se intuye algo espurio. ¿Pero no es toda intención espuria, querido deseo? Hay que elaborar, desarrollar, transliterar y madurar. Hay que dejar procesar en el otro la confesión.
Una expresión de deseo es eso. Una expresión de deseo. Es visceral. Sale sin control al afuera. No hay panorámica previa. Es un deseo en acción. El impulso previo al derrotero. O la conquista. ¿Quién sabe? Nada pensado. Todo inconsciente. La mente siente. La mente siente.
¿Qué hacemos con el deseo? Y, eso es todo un tema. Porque cuando ya se expresa. Cuando ya no hay restricciones, la confusión intima se difumina. Uno queda expuesto ante el deseo. La expresión te deja esperando. La guardia baja. El deseo se transforma en expectativa. Y si esperas mucho. Y si no hay respuesta, nada tiene sentido. Todo se esfuma.
Bello